José Danilo Salazar Ríos

Fiusilamiento de Camilo Torres, una obra de Pedro Alcántara Herrán

Hay fechas de la historia patria que son inolvidables, la mayoría de las veces por recordar sucesos violentos como el 9 de abril, la muerte de Gaitán e inicio de la violencia política liberal – conservadora. Otras fechas, son de gloriosa recordación, como el 10 de diciembre de 1982 cuando nuestro escritor García Márquez recibió el Nobel de Literatura, o el domingo 5 de septiembre cuándo le metimos el 5 a 0 Argentina jugando de visitantes; también el 28 de octubre de 1972 cuando “Kid Pambelé” ganó el primer título mundial de boxeo para Colombia; el  pasado domingo 7 de octubre 2024, el primer campeonato mundial de moto para el colombo – español David Alonso, en fin, muchas fechas para celebrar y otras tantas trágicas para lamentar y rememorar.

En la historia de Colombia, el año 1816 es una de esas fechas que pueden olvidarse, porque la independencia política de España y la fundación de la república se logró a baldados de sangre (como los que se dice, solicitaba el general Mario Montoya Uribe a sus tropas en la malhadada época de los asesinatos sin Juicio, ni posibilidad de defensa a pobres e inermes colombianos, eufemísticamente llamadas falsos positivos), por la matanza cometida contra los precursores y héroes de la independencia de la patria.

 

 

Francisco José de Caldas, obra de Alberto Urdaneta 1880

Para entender mejor las circunstancias de esta matanza, repasemos el contexto. España fue invadida por Napoleón Bonaparte quien dejó a su hermano como regente de España, por la abdicación del rey español. Este hermano fue apodado pepe botella: “Es importante mencionar que el apodo pepe botella no era utilizado de manera despectiva, sino más bien de manera jocosa y cariñosa. Se dice que este apodo fue acuñado por el pueblo español como una forma de ridiculizar y burlarse de José Bonaparte, quién fue impuesto como rey de España por su hermano Napoleón en 1808” (de okdiario.com).

En España y en las colonias españolas en América, se organizaron las juntas defensoras del depuesto soberano español Fernando VII, y por primera vez, los criollos (hijos de españoles nacidos en América y considerados por sus padres como ciudadanos de segunda categoría por el “pecado“de no haber nacido en la península), fueron tomados en cuenta para hacer parte de esas juntas, lo que trajo un aire de libertad, un germen de independencia. El Nuevo Reino de Granada se declaró independiente en julio de 1810 y, cuando Fernando VII recobró el trono en 1814, después de derrotar y expulsar a las tropas francesas, invasoras de su territorio desde 1808, ordenó recobrar sus colonias incluida la Nieva Granada. “La creación de las juntas de Gobierno en España y las colonias, desde 1808 fue la forma de ejercer el poder y la manera de fijar las condiciones para administrar y orientar la vida de los pueblos en ausencia del Rey” (www.redalyc.org)).

Vale la pena traer a cuento el periodo llamado la” Patria boba”.  “Este periodo está comprendido entre la promulgación del manifiesto del 20 de julio de 1810 y el inicio del régimen del terror en 1816, Dicho periodo estuvo marcado por la división, los conflictos entre provincias, las guerras internas y el desorden constitucional.

Durante esta era independentista se produjo un conflicto entre los criollos divididos en dos grupos: los Federalistas defensores de las Provincias Unidas de la Nueva Granada y los Centralistas del autoproclamado Estado Libre de Cundinamarca. Esto empezaría una guerra civil efímera (diciembre de 1812 a enero de 1813) cuyas principales acciones bélicas se escenificarían en Ventaquemada, de camino a Tunja, y San Victorino, en la propia ciudad de Bogotá” (es.wikipedia.org). Como puede verse, desde nuestros inicios, hemos estado divididos., en conflicto y con líderes mesiánicos que quieren que los sigamos ciegamente.

En 1816: “Fueron llevados a la horca o el patíbulo buena parte de los líderes que protagonizaron la primera republica en Colombia. En seis meses de 1816, el régimen del terror desarrollado por el pacificador Pablo Morillo ahogó en sangre una brillante generación de neogranadinos que habían gestado la independencia de la corona española seis años antes. En Santa Fe de Bogotá, Cartagena, Popayán, Tunja o Zipaquirá, muchos precursores de la libertad pagaron con sus vidas el derecho a forjar historia. El próximo 29 de octubre se recordará el suplicio del primer científico colombiano Francisco José de Caldas, a quién en 48 años le alcanzó la vida para ser ingeniero militar, astrónomo, botánico o periodista, pero que fue fusilado por la espalda en la Plazuela de San Francisco, hoy Parque Santander, porque España no necesitaba sabios. Con él fueron demasiados los que corrieron la misma suerte. Unos historiadores hablan de 96 sentencias de muerte, otros de 125 ilustres sacrificados. Un capítulo trágico sin suficiente memoria” (El año del terror en Colombia: 1816. El bicentenario de los mártires. “El Espectador” domingo 23 de octubre 2016, páginas 64 y 65, Jorge Cardona Álzate).

 

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